domingo, 24 de diciembre de 2006

Talco y madera

Pues es Navidad y me acuerdo de ella. En realidad la tengo en mente casi siempre, pero desde hace dos o tres semanas no paro de pensar en ella.

La conocí con mi primer aliento y ella me conoció mucho antes que yo misma.

Fuí ochomesina, pequeña, muy delgada, calva, sin pestañas, ni cejas, ni uñas y mi madre como buena primeriza se sintió aterrorizada ante la idea de romperme, asi que ella me consolaba cuando lloraba y consolaba a mi madre por no poder consolarme.
Me baño, me cambió, me acunó, colocó mis labios en el pezón de mi madre, me durmió y enseñó a hacer todo eso a una mamá asustadiza, novata y emocionadisima.
Mi madre cuenta que cuando nos fuimos de su casa, yo, una enana de sólo 8 meses, la miraba con desesperación, extendía mis manos hacia ella intentando agarrar el aire que nos separaba y mi llanto era desconsolado.

En los años que siguieron me dejaban volver a su casa y pasar una noche a la semana con ella. Me sentaba sobre sus rodillas, ella balanceaba la mecedora y yo apoyaba mi cabeza sobre sus pechos blandos, cálidos y con ese peculiar olor a polvos de talco y perfume amaderado, mientras me contaba cuentos de magos que construían reinos encantados, princesas valientes que se salvaban a si mismas de los malvados dragones y patitos que se convertían en cisnes.

Me daba de cenar el caldo de puchero mas blanco que jamás he visto, cortando lenta y minuciosamente daditos de jamón del tamaño que a mi me gustaban. No puedo decir que le deba mi amor por la lectura, porque en casa todos somos lectores voraces y no sería justo para mi padre y mi madre, pero ella lo alentó, lo que si puedo decir es que ella me enseñó a rezar y aunque no pudo hacer de mi una creyente, durante años recé una noche a la semana una padrenuestro, una avemaria, un jesusitodemivida y luego a pedir: - Pide mi niña, pide por todos los que quieres, porque eso es pedir por ti, asi que pide y despues de pedir por todos, pide perdón y comprensión a Dios, porque seguro que se te olvida alguien.
Y yo pedía por todos, uno por uno, repasaba la lista en mi cabeza despacito y despues pedia lo mismo para todos: 'No quiero que se muera nadie... ninguno, pero si alguien se tiene que morir que no sea la abuela Pepa'.

Justo antes de que mis padres me recogieran cada semana ella me daba un duro y me decía: 'Toma mi niña, endulza tu vida todo lo que puedas, no dejes que nadie te lo impida' y yo salía feliz al kiosko a por chuches....e invariablemente aparecian mis padres.

Cuentan que mi expresión, mis llantos y mis gestos, semana tras semana, eran idénticos a los de la primera vez que me separaron de ella.

Siempre me decía que yo era buena, guapa y lista, como buena abuela y que no importaba si yo era o no creyente mientras fuera buena, porque la vida le habia enseñado que la caridad, la piedad y la bondad no van siempre de la mano de la cristiandad, así que si ella creía por las dos, mis ruegos serían escuchados.

Quizas por eso sobrevivió a todos los que murieron por ley de vida, el resto de mis abuelos y aunque una embolia la postro en una cama, inmovil e incomunicada, quizas por eso siguió viva y consciente durante un año y quizas por eso cuando ella pedía que Dios se la llevara, yo miraba hacia otro lado y no se iba, porque ella creyó por las dos, pero quizas, con la generosidad que la caracterizaba, creyó un poco más por mi que por ella...por si las moscas.
Quizas por eso no pudo irse hasta que yo estuve a 4000 kilómetros de distancia.

No pude despedirme de ella y no me ha dejado en herencia su fé, por lo que no puedo decirle la falta que me hace que me acune contra su pecho, su olor a talco y madera, su calor y sus cuentos de valientes princesas que se salvan a si mismas.

Pero a veces, eso si, me descubro aferrándome al aire que nos separa, intentando que la distancia no aumente y encogida de dolor, porque duele, joder si duele vivir sin ella!.

domingo, 17 de diciembre de 2006

Santa Claus llegó a la ciudad



  • El villancico del año pasado


  • Feliz Navidad!!!!

    miércoles, 13 de diciembre de 2006

    Lotería de Navidad

    Boletos volando, brillantina y copos de nieve envolviéndolo todo; grises, blanco y negros que explotan en mil colores cálidos; ilusiones, encuentros y esa musiquilla que evoca magia y esperanza.
    Esta navidad, como todas, en mi curro me han regalado unas participaciones de la lotería de la empresa, pero este año, a mi, ya me ha tocado la lotería.
    No es que los rechazara si me cayeran unos milloncejos, pero siento que ya soy bastante afortunada.

    He dado un brinco y en un abrir y cerrar de ojos he visto lugares hermosos, mares de plata bellísimos, lenguas de mar invadiendo la tierra, bosques frondosos llenos de magia, ciudades monumentales, pueblos encantados y una gente sorprendentemente cálida e increíblemente modesta.

    Me he enamorado de una tierra que nada tiene que ver con la mía y sin embargo ya la siento como parte de mi.

    He comido sus comidas, bebido sus bebidas, bailado sus bailes, perdido en sus calles, escuchado sus músicas y sus historias. Los he tocado, abrazado, besado. He reído, llorado, charlado, hablado en serio y bromeado. He conocido su famosa sorna, su retranca y también su ternura y delicadeza.

    Ya no necesito que me toque la lotería, porque tengo una nueva hermana, mágica y resplandeciente como una ninfa del bosque y al mismo tiempo carnal y explosiva como sólo pueden serlo algunas mujeres de sangre caliente.
    Etérea y pedestre, todo en ella es sorprendente y hermoso y de la mano de mi querida hermana he conocido una tierra que jamás podré arrancarme del corazón.

    Pestañea querida amiga y en un brinco volveré a saltar charcos contigo, a mojarnos y a reírnos, porque da igual si llueve o hace sol, en el paraíso y de tu mano mi boleto es ganador.


    domingo, 3 de diciembre de 2006

    Nieva

    Hace frío y tengo ganas de ti.
    Me gustaría abrazarte y sentir tus brazos alrededor de mi cuerpo, envolviéndome, casi escondiéndome, protegiéndome del mundo.
    Añoro como tus labios me arrancaban un suspiro de paz con un sólo roce y la calidez de tu lengua acariciando la mia.
    Me encantaría meterme en la cama contigo todo el día y hacer el amor, parar para charlar, reirnos, jugar y seguir haciendo el amor revolviendo las mantas, nuestros cuerpos y nuestras almas.
    Echo de menos esos momentos en los que sentí que no existía en el mundo ningún lugar mejor que el hueco que me hacías entre tus brazos y la expresión de ternura en tus ojos cuando me mirabas.

    Supongo que lo que realmente echo de menos es olvidar que nieva.

    viernes, 1 de diciembre de 2006

    Fíate tú de los peces de colores