miércoles, 3 de octubre de 2007

No os olvido



Ayer, mientras recogía el baño, me agaché a recoger una toalla, lo hice como un gesto mecánico. Sin percatarme de lo que hacía, me aproximé al toallero y de repente, antes de colgarla tuve un flash: ¿pero que estoy haciendo?.

Cerré los ojos y me vi caminando por ese largo corredor del sótano del edificio de la empresa, oyendo mis tacones resonar en el suelo de baldosas brillantísimas, pasando junto a puertas metálicas con esos pequeños ventanucos cuadrados, en los que para ver algo del interior, tienes que pegar la frente al cristal.
En mi mente, el sonido de mis pasos se mezclaba con el crepitar de los tubos fluorescentes del techo del corredor. Odio los fluorescentes, dan una luz tan impersonal, tan poco amable, tan fría, que parece que estas haciendo algo malo, que no debes seguir avanzando... ¿o es que quizás no debería seguir avanzando?.
En medio de mi caminata me paro junto a una de las puertas, una exactamente igual a las decenas de puertas que he dejado atrás y a las decenas que quedan delante. Trago saliva y pego mi nariz al ventanuco de cristal. Me sorprendo un poco al oír mi propia risa nerviosa y me doy cuenta de que me he reído porque al pegar la nariz, el cristal se ha empañado y no veo nada, así que me separo un poco con una medio sonrisa de tonta en los labios y pienso en la vergüenza que hubiera sentido si alguien me hubiera visto brincando ante el sonido de mi propia risa, paso la mano sobre el vaho del ventanuco y me vuelvo a acercar, esta vez mas lentamente y controlando la respiración para no volverlo a empañar: allí están, todos ellos, como si estuvieran plácidamente dormidos dentro de esa cámara frigorífica, o criogénica, o como se llame.
Siento un pinchazo en algún lugar indeterminado del interior de mi caja torácica y me paro a pensar que puede ser: ¿quizás nostalgia, ganas de tirar del enchufe y despertarlos a todos e intentarlo una vez más, miedo a sentir esas ganas?.
No os olvido -susurro tan débilmente que apenas puedo oír mi propia voz- no os prometo nada, pero debéis saber que no os olvido.

Entonces abrí la mano y note el suave tacto del algodón resbalando de entre mis dedos.

Y la toalla cayó al suelo de donde no debía haberse movido....por el momento.
(Si te apetece saber de que va esto pincha aqui: Las toallas por los suelos)