lunes, 23 de agosto de 2010

De Mujeres de Ojos Grandes III

La tía Daniela se enamoró como se enamoran siempre las mujeres inteligentes: como una idiota. Lo Había visto llegar una mañana, caminando con los hombros erguidos sobre un paso sereno y había pensado: "Este hombre se cree Dios". Pero al rato de oírlo decir historias sobre mundos desconocidos y pasiones extrañas, se enamoró de él y de sus brazos como si desde niña no hablara latín, no supiera lógica, ni hubiera sorprendido a media ciudad copiando los juegos de Góngora y Sor Juana como quien responde a una canción en el recreo.
Era tan sabia que ningún hombre quería meterse con ella, por más que tuviera los ojos de miel y una boca brillante, por más que su cuerpo acariciara la imaginación despertando las ganas de mirarlo desnudo, por más que fuera hermosa como la virgen del Rosario. Daba temor quererla porque algo había en su inteligencia que sugería siempre un desprecio por el sexo opuesto y sus confusiones.
Pero aquel hombre que no sabía nada de ella y sus libros, se le acercó como a cualquiera. Entonces la tía Daniela lo dotó de una inteligencia deslumbrante, una virtud de ángel y un talento de artista. Su cabeza lo miró de tantos modos que en doce días creyó conocer a cien hombres.
Lo quiso convencida de que Dios puede andar entre mortales, entregada hasta las uñas a los deseos y las ocurrencias de un tipo que nunca llegó para quedarse y jamás entendió uno solo de todos los poemas que Daniela quiso leerle para explicar su amor.
Un día, así como había llegado, se fue sin despedir siquiera. Y no hubo entonces en la redonda inteligencia de la tía Daniela un solo atisbo de entender qué había pasado.
Hipnotizada por un dolor sin nombre ni destino se volvió la más tonta de las tontas. Perderlo fue una larga pena como el insomnio, una vejez de siglos, el infierno.
Por unos días de luz, por un indicio, por los ojos de hierro y súplica que le prestó una noche, la tía Daniela enterró las ganas de estar viva y fue perdiendo el brillo de la piel, la fuerza de las piernas, la intensidad de la frente y las entrañas.
Se quedó casi ciega en tres meses, una joroba le creció en la espalda, y algo le sucedió a su termostato que a pesar de andar hasta en el rayo del sol con abrigo y calcetines, tiritaba de frío como si viviera en el centro mismo del invierno. La sacaban al aire como a un canario. Cerca le ponían fruta y galletas para que picoteara, pero su madre se llevaba las cosas intactas mientras ella seguía muda a pesar de los esfuerzos que todo el mundo hacía por distraerla.
Al principio la invitaban a la calle para ver si mirando las palomas o viendo ir y venir a la gente, algo de ella volvía a dar muestras de apego a la vida. Trataron todo. Su madre se la llevó de viaje a España y la hizo entrar y salir de todos los tablados sevillanos sin obtener de ella más que una lágrima la noche que el cantador estuvo alegre. A la mañana siguiente le puso un telegrama a su marido diciendo: "Empieza a mejorar, ha llorado un segundo". Se había vuelto un árbol seco, iba para donde la llevaran y en cuanto podía se dejaba caer en la cama como si hubiera trabajado veinticuatro horas recogiendo algodón. Por fin las fuerzas no le alcanzaron más que para echarse en una silla y decirle a su madre: "Te lo ruego, vámonos a casa".
Cuando volvieron, la tía Daniela apenas podía caminar y desde entonces no quiso levantarse. Tampoco quería bañarse, ni peinarse, ni hacer pipí. Una mañana no pudo siquiera abrir los ojos.
-¡Está muerta! - oyó decir a su alrededor y no encontró las fuerzas para negarlo.
Alguien le sugirió a su madre que ese comportamiento era un chantaje, un modo de vengarse en los otros, una pose de niña consentida que si de repente perdiera la tranquilidad de la casa y la comida segura, se las arreglaría para mejorar de un día para el otro. Su madre hizo el esfuerzo de abandonarla en el quicio de la puerta de la Catedral.
La dejaron ahí una noche con la esperanza de verla regresar al día siguiente, hambrienta y furiosa, como había sido alguna vez. A la tercera noche la recogieron de la puerta de la Catedral con pulmonía y la llevaron al hospital entre lágrimas de toda la familia.
Ahí fue a visitarla su amiga Elidé, una joven de piel brillante que hablaba sin tregua y que decía saber las curas del mal de amores. Pidió que la dejaran hacerse cargo del alma y del estómago de aquella náufraga. Era una criatura alegre y ávida. La oyeron opinar. Según ella el error en el tratamiento de su inteligente amiga estaba en los consejos de que olvidara. Olvidar era un asunto imposible. Lo que había que hacer era encauzarle los recuerdos, para que no la mataran, para que la obligaran a seguir viva.
Los padres oyeron hablar a la muchacha con la misma indiferencia que ya les provocaba cualquier intento de curar a su hija. Daban por hecho que no serviría de nada y sin embargo lo autorizaban como si no hubieran perdido la esperanza que ya habían perdido.
Las pusieron a dormir en el mismo cuarto. Siempre que alguien pasaba frente a la puerta oía a la incansable voz de Elidé hablando del asunto con la misma obstinación con que un médico vigila a un moribundo. No se callaba. No le daba tregua. Un día y otro, una semana y otra.
-¿Cómo dices que eran sus manos? - preguntaba. Si la tía Daniela no le contestaba, Elidé volvía por otro lado.
-¿Tenía los ojos verdes? ¿Cafés? ¿Grandes?
-Chicos - le contestó la tía Daniela hablando por primera vez en treinta días.
-¿Chicos y turbios?- preguntó la tía Elidé.
- Chicos y fieros - contestó la tía Daniela y volvió a callarse otro mes.
- Seguro que era Leo. Así son los de Leo - decía su amiga sacando un libro de horóscopos para leerle. Decía todos los horrores que pueden caber en un Leo. - De remate, son mentirosos. Pero no tienes que dejarte, tú eres de Tauro. Son fuertes las mujeres de Tauro.
- Mentiras sí que dijo - le contestó Daniela una tarde.
-¿Cuáles? No se te vayan a olvidar. Porque el mundo no es tan grande como para que no demos con él, y entonces le vas a recordar sus palabras. Una por una, las que oíste y las que te hizo decir.
-No quiero humillarme.
-El humillado va a ser él. Si no todo es tan fácil como sembrar palabras y largarse.
-Me iluminaron -defendió la tía Daniela.
- Se te nota iluminada - decía su amiga cuando llegaban a puntos así.
Al tercer mes de hablar y hablar la hizo comer como Dios manda. Ni siquiera se dio cuenta cómo fue. La llevó a una caminata por el jardín. Cargaba una cesta con fruta, queso, pan, mantequilla y té. Extendió un mantel sobre el pasto, sacó las cosas y siguió hablando mientras empezaba a comer sin ofrecerle.
- Le gustaban las uvas - dijo la enferma.
- Entiendo que lo extrañes.
Sí - dijo la enferma acercándose un racimo de uvas -. Besaba regio. Y tenía suave la piel de los hombros y la cintura.
-¿Cómo tenía? Ya sabes - dijo la amiga como si supiera siempre lo que la torturaba.
- No te lo voy a decir - contestó riéndose por primera vez en meses. Luego comió queso y té, pan y mantequilla.
- ¿Rico? - le preguntó Elidé.
- Sí - le contestó la enferma empezando a ser ella.
Una noche bajaron a cenar. La tía Daniela con un vestido nuevo y el pelo brillante y limpio, libre por fin de la trenza polvorosa que no se había peinado en mucho tiempo.
Veinte días después ella y su amiga habían repasado los recuerdos de arriba para abajo hasta convertirlos en trivia. Todo lo que había tratado de olvidar la tía Daniela forzándose a no pensarlo, se le volvió indigno de recuerdo después de repetirlo muchas veces. Castigó su buen juicio oyéndose contar una tras otra las ciento veinte mil tonterías que la había hecho feliz y desgraciada.
- Ya no quiero ni vengarme - le dijo una mañana a Elidé -. Estoy aburridísima del tema.

- ¿Cómo? No te pongas inteligente - dijo Elidé-. Éste ha sido todo el tiempo un asunto de razón menguada. ¿Lo vas convertir en algo lúcido? No lo eches a perder. Nos falta lo mejor. Nos falta buscar al hombre en Europa y África, en Sudamérica y la India, nos falta encontrarlo y hacer un escándalo que justifique nuestros viajes. Nos falta conocer la galería Pitti, ver Florencia, enamorarnos en Venecia, echar una moneda en la fuente de Trevi. ¿Nos vamos a perseguir a ese hombre que te enamoró como a una imbécil y luego se fue?
Habían planeado viajar por el mundo en busca del culpable y eso de que la venganza ya no fuera trascendente en la cura de su amiga tenía devastada a Elidé. Iban a perderse la India y Marruecos, Bolivia y el Congo, Viena y sobre todo Italia. Nunca pensó que podría convertirla en un ser racional después de haberla visto paralizada y casi loca hacía cuatro meses.
- Tenemos que ir a buscarlo. No te vuelvas inteligente antes de tiempo - le decía.
- Llegó ayer - le contestó la tía Daniela un mediodía.
- ¿Cómo sabes?
- Lo vi. Tocó en el balcón como antes.
- ¿Y qué sentiste?
- Nada.
- ¿Y qué te dijo?
- Todo.
- ¿Y qué le contestaste?
- Cerré.
- ¿Y ahora? - preguntó la terapista.
- Ahora sí nos vamos a Italia: los ausentes siempre se equivocan.
Y se fueron a Italia por la voz del Dante: "Piovverà dentro a l'alta fantasía."


(Ángeles Mastretta)



nota: no preciso ni decir, todo esto que te digo, pero es bueno así sentir, que eres tú mi gran amig@.

De Mujeres de Ojos Grandes
De Mujeres de Ojos Grandes II

miércoles, 11 de agosto de 2010

Málaga, joya del sur

Hoy quiero hablar de la Feria de Málaga.

La feria de mi ciudad tienen su origen en el día que los reyes Católicos reconquistaron la ciudad y la anexionaron a la Corona de Castilla el 18 de agosto de 1487. Cuatro años más tarde, en 1491, el cabildo catedralicio estableció como inicio de la Feria malagueña el 15 de agosto. Pero es finalmente en 1887, con la celebración del IV Centenario de la toma de Málaga por los Reyes Católicos cuando definitivamente la Feria de Málaga recibe el impulso necesario para convertirse en una de las Ferias más conocidas en toda España, hasta el punto de conocerse como la "Feria del Sur de Europa", es por eso que estos día, el 15 y el 18 de Agosto, siempre forman parte de los 10 días de celebración.

De caracter amable, extrovertido y cosmopolita, las fiestas malagueñas no son sólo para los malagueños, sino que en sus calles y casetas se acoge con los brazos abiertos a todos aquellos que desean pasar un buen rato, cerveza o rebujito en mano y con un buen plato de jamón, al son de música flamenca o actual.

Las fechas de la celebración de la Feria de Málaga de este año son del 13 al 22 de agosto de 2010. Se inicia la feria la noche del día 13 de Agosto con el pregón de Javier Ojeda y un monumental castillo de fuegos artificiales en la Playa de la Malagueta sobre las 12 de la noche. Todo ello seguido por el Macroconcierto Málaga Sol Festival, con Miguel Bosé como cabeza de cartel.

Durante los 10 días de los festejos, la ciudad vive un clima único y todo ronda en función de ellos, pero hay tres zonas de fiesta: El Centro Histórico, la Plaza de Toros de la Malagueta y el Real de la Feria.

El Centro histórico de la ciudad acoge la feria en sus calles, en un ambiente único, con música sincronizada en todas las calles y permanece abierto desde las 12h hasta las 18h, pasando después la fiesta al interior de los locales donde habitualmente se sale de copas, pero con un toque especial, no ya solo por la música y la bebida (tinto de verano, cerveza, rebujito, cartojal, ..), sino por el carácter de las gentes que los llenan, mucho más abierto si es que eso es posible.


La Plaza de Toros de la Malagueta celebra corridas todas las tardes a las 19h.

Mientras, y en las casetas que se pueden visitar en el Real de la Feria, abierto desde las 14h a las 6h, se podrá disfrutar de las actuaciones de artistas conocidos como Chandé, Tamara, Vanessa Martín, Melocos, Lolita, Patricia Lan, Marta Sánchez, Edurne, Arcano, Quijano y muchos más. O de los tradiciones enganches de carros y caballos. O de los concursos de flamenco y verdiales que se celebran diariamente.


Aquí tenéis unos vídeo para que veáis la feria del centro de verdad, con su calor, su sudor, sus borracheras, sus bailes, sus achuchones, su cachondeo y su gracia:



video 2
video 3

Y el plano del real, para que sepáis que en la caseta 42 estaré durante la feria para hidratar vuestras sedientas gargantas con una cerveza bien fresquita, bailar con vosotros y disfrutar a todo lo que de.

¡Nos vemos esta feria!

martes, 10 de agosto de 2010

Lo básico

Veamos, nunca me había dado por escribir esto, en parte porque pensaba que era de perogrullo, en parte por no ser más políticamente incorrecta de lo que ya he demostrado ser, pero bueno, visto lo visto, voy a ir al ataque, que parece que no es tan obvia la cosa.

Hay grandes verdades en lo que a temas de imagen femenina se refiere (de la masculina que hable un chico que seguro que podrá profundizar bastante más que yo, aunque muchas de las cosas que voy a pasar de enumerar son unisex) y hasta hace poco, cuando alguien se las saltaba a la torera, siempre había pensado que era a conciencia, porque pasaban de la sensación que provocaba en otros, no porque a ellos les pareciera que estaban dando una imagen impecable y resulta que no es así o al menos no en todos los casos, así que he decidido exponer aquí unos básicos y si ayuda a alguien estupendo y sino, pues me entretengo, que tampoco está mal:

* Para empezar por el principio, porque por algún sitio hay que empezar, está el tema de la higiene: el pelo sucio no es sexy, ni grunch (o como se escriba), ni leches, es una porquería y hace que por mucho cuidado que hayas tenido con el resto de tu imagen, se vaya todo al garete y lo mismo pasa con las uñas de pies y manos, así como los poros de la cara, los dientes y la higiene básica del cuerpo, estos dos últimos más por salud que por respeto a los demás, pero lo del respeto también cuenta, ¿eh?.

Importante también es saber que una piel deshidratada da aspecto de descuido y se deteriora con más rapidez, cuídala, sólo vas a tener una piel para toda la vida, hidrátala, no la achicharres al sol (el moreno caribeño pasó de moda en los 90) y date exfoliantes de vez en cuando.

* Una vez zanjado lo primordial y sin lo cual no hacemos nada de nada, continuamos con la ropa: la clase no es tanto lo que llevas puesto, sino como lo llevas puesto y sobre todo lo que NO sueles llevar.


Cada uno tiene su estilo y todo está bien, pero hay dos cosas que no, no y no se pueden perder de vista y es: la ropa sucia no es moderna, es sucia y la regla de "3 menos 1" es sagrada, osea, de los tres excesos que se pueden incluir en una indumentaria (escote pronunciado, piernas al descubierto y ropa ceñida), siempre hay que dejar, al menos, una fuera de tu look, nunca, bajo ninguna circunstancia, se deben usar las 3 a la vez... y más a partir de que te dejen de pedir el carné de identidad para entrar en las discotecas, ejem...


* Dejado atrás el tema de la higiene y la ropa, pasamos al tema no menos escabroso del maquillaje y otros aderezos de la imagen. La regla de oro del maquillaje es una y grande: siempre es mejor pecar por defecto que por exceso. Una vez clara esta regla hay que tener claro para lo que sirve el maquillaje y es que la idea es estar más guapa con él que sin él y no al contrario. No tiene sentido resaltar un rasgo de tus facciones que no te favorezca, así que básicamente hay que centrarse en resaltar lo más bonito de tu cara, piel, pómulos, ojos o boca: si tu piel es bonita, no la mates con un maquillaje extracubriente, no te pongas maquillaje muy diferente al tono de tu piel, no te maquilles el cuello y mide mucho el cubre ojeras, no te pases, envejecerás tu mirada. Si eres de las afortunadas que tiene ojos y boca bonitos, elige uno por vez y maquilla en tonos nude el que va a quedar en segundo lugar. NO te pintes lunares, como máximo resalta suavemente alguno que ya tengas y que quede ligeramente camuflado por el maquillaje, no te perfiles los labios con más de 1 tono de diferencia del color de la barra y siempre, siempre en la misma gama de colores. Y por último: puedes pintar o no tus uñas, del mismo tono pies y manos o en tonos distintos, francesa o colores de moda, que te vaya con la ropa o no, cualquier cosa vale, pero si te ha saltado parte del esmalte, retíralo y píntalas de nuevo, nunca pintes encima y por supuesto nunca dejes el esmalte estropeado, sobre todo si las has pintado en tonos intensos.

* Y por último, pero no por ello menos importante, está el tema del "saber estar" mínimamente, no se trata de quedar perféctamente en una reunión de alto nivel protocolario, sino de no una dar mala o malísima imagen, los buenos modales no dejan de ser parte de la imagen que los demás se llevan de ti, empezamos:

- Mascar chicle con la boca abierta, hacer pompas y reventarlas es vulgar y si estás hablando con alguien, queda vulgar incluso mascarlo con la boca cerrada, si no puedes vivir sin tu chicle, échalo a un lado y para de mascar mientras hablas.

- Hablar con la boca llena es absolutamente deplorable y no hay excusa, ni justificación alguna, ni siquiera poniéndose la mano delante de la boca.

- Fumar mientras los demás están comiendo es de mala educación, incluso pedir permiso para hacerlo lo es.

- Rascarse partes íntimas o hurgarse en alguna cavidad corporal o los dientes, en público es simplemente lamentable.

- Ensuciar toda tu parte de la mesa o llenarla de migas/bolas de servilletas/sobras de tu comida, así como sostener los cubiertos con la mano cerrada en forma de puño, acercar mucho la cabeza al plato, enseñar la comida mientras masticas, sacar la lengua para pescar la cuchara o tenedor o hacer ruidos, hará que probablemente a los demás se les quiten las ganas de salir a comer contigo a menudo, tanto o más que si eres de los que cuando salen a comer y se pide un plato para compartir, come sin pensar en dejarle a los demás.
No tan grave aunque sigue estando mal, es comer con un brazo caído/apoyado sobre la pierna o con los codos sobre la mesa.