lunes, 28 de agosto de 2006

Los peligros de la carne

El otro día pasé por la puerta de una carnicería, no pensaba comprar nada, pero al mirar hacia la vitrina lo ví, estaba ahí, parecía estar esperándome, tan tierno y tan jugoso, que aunque no soy de compra compulsiva, no pude resistirme a la tentación de llevarmelo a casa.

Me pareció caro, porque estoy acostumbrada a comer poca carne y variada (no siempre de primerisima calidad), pero las cosas buenas se pagan y creí que merecía la pena renunciar al resto de los manjares y algun que otro capricho, mientras pudiera degustar semejante delicia...

Cuando llegué a casa, corte un pedacito y lo puse a la plancha, poco hecho, como a mi me gusta...era tan tierno y jugoso como parecía y más, así que lo saboreé despacio y guardé el resto, no quería comer mucho, que luego, cuando no entra el pantalón, llegan los lloros.

Cada vez que abría el frigo para coger algo de agua o un refresco, lo veía y los jugos gástricos hacían de las suyas, pero me mantuve fuerte... al menos un ratito, tenía un aspecto tan fresco y recordaba tan bien su sabor y textura que agarré otro pedacito y ¡ala!, a darse a los excesos de la carne.

A los pocos días saqué de la nevera mi pequeña delicia y corte otro pedacito, lo puse al horno, a ver que tal salía, pero me distraí un segundo y se quemó. Un segundo estaba crudo, tierno y jugoso y al segundo siguiente estaba duro, seco, enegrecido...no me lo podía creer.

Armándome de paciencia, corte otro trocito y esta vez presté mucha atención, no me moví de al lado de la sartén, olvidé el horno, no quería arriesgarme, no fuera que esa carne y el horno no se llevaran bien, pero nada, no hubo manera, ni sartén, ni plancha, ni cocida, ni aliñada, ni nada, nunca volvió a saber igual, no volvió a estar tan tierno y jugoso como al principio


No entiendo que pasó, pero no estoy loca, recuerdo perfectamente su sabor y su ternura. No recuerdo haber hecho nada especial para que supiera tan bien esas primeras veces, ni después para que se estropeara de esa forma.

Ahora como un sucedaneo ligth de esa carne, que hace las veces y es más barato, aunque evidentemente no sea el manjar excepcional que recuerdo, para mi desgracia, con absoluta claridad.

De vez en cuando sueño con sorprenderme un día al clavarle el diente y encontrarme con aquella sensacion en mi lengua y mi paladar, pero en realidad no son mas que ensoñaciones, porque ya he tirado la toalla.


No quiero aborrecer la carne, asi que cuando arrugo la nariz al pasar frente a una carnicería, intento regañarme a mi misma, pero la realidad, es que no he vuelto a entrar con ilusión en una carnicería desde entonces. Como ensaladitas, fruta fresca y la carne ligth barata que conozco. No me arriesgo a innovar, asi no te llevas disgustos cuando te pruebas un pantalón.

He dejado de lado (al menos por un tiempo) los peligros de la carne.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

me ha pasado con más de alguna jajaj

y hablando de carne, lo mejor es ponerse ciego en una buena barbacoa aun que sean dos o tres veces al año!

Chipsoni@ dijo...

¿Tu tambien tienes alguna mala experiencia con una carnicería o con una pieza de carne?.
Aichhhh, si es que tener una dieta equilibrada, sana, que no nos hunda la economia domestica y que nos resulte apetitosa, cada vez está más complicado. Eso sin hablar de las tiendas de confianza, que te despistas y aunque lleves to la vida comprando en ellas, te cuelan una fruta podrida o un filete a puntito de caducar.

Que vida mas dura esta del marujeo ;-)

Anónimo dijo...

Pues yo pienso caer una y otra vez... :D