miércoles, 8 de febrero de 2006

La Reina de los Condenados

Giró un poco la cabeza; pareció un milagro cuando cerró los ojos; porque entonces la vida visible se apagó por completo en ella. Algo muerto, perfecto, delicadas pestañas negrísimas, arqueadas exquisitamente. Miré hacia su garganta; el azul pálido de la arteria bajo la piel, bien visible, como si ella quisiera que yo la contemplase. El deseo que sentí fue imparable. ¡La diosa, mía! La tomé violentamente, con una fuerza que habría malherido a una mujer mortal. La piel helada tenía un aspecto impenetrable; mis dientes la horadaron y de nuevo la ardiente fuente se desbordó en mi interior con gran estruendo.
Las voces volvieron, pero se desvanecieron a una orden mía. Y no hubo nada excepto el torrente de sonido grave de la sangre y los lentos latidos de su corazón cerca del mío.

Con ligereza ella se apartó de mí, y se deslizó por la deslumbradora blancura del suelo, girando lentamente en círculos, con la cabeza echada hacia atrás, como si estuviera danzando.

Moverse, tocar cosas sólidas, pasar del reino de los sueños, pasar de todas las satisfacciones de las que ella me había hablado, al mundo real. Mirarla me cortaba la respiración. Sus vestidos eran intemporales, una capa de seda negra, un vestido de pliegues sedosos que giraba suavemente alrededor de su estrecha silueta. Desde los albores de la historia, la mujeres han llevado aquellos vestidos, y ahora los llevan en las salas de baile del mundo real. Quería abrazarla de nuevo, pero me lo prohibió con un delicado gesto repentino.

Durante un tenso momento, me quedé simplemente mirándola, con su blanca mano que resplandecía apoyada en el canto de la puerta rota. Y tomé la decisión de estar a su lado. Fue como si un huracán me hubiera arrebatado, fragoroso y de fuerzas desatadas. ¡Ya estaba allí! Sentí que me estremecía de pies a cabeza. La piel de mi cara me dolió un poco, pero ¡qué importaba! Miré en sus ojos y sonreí.
Era hermosa, tan hermosa. La diosa de largo y trenzado pelo negro. Impulsivamente la tomé en mis brazos y la besé, besé sus fríos labios y sentí que cedían ante mí solo un poco.
Entonces, la blasfemia de aquel acto me sacudió. Era como cuando la había besado en la cripta. Quise decir algo como disculpa, pero de nuevo estaba contemplando su garganta, hambriento de sangre. Me torturaba saber que podía beber y saber quién era ella; ella, que podía haberme destruido en un segundo con nada más que el deseo de verme morir. Así había actuado con los demás. El peligro me provocaba emoción, oscura emoción. Cerré mis dedos en torno a sus brazos, sentí que su carne cedía, aunque sólo ligeramente. La volví a besar, una y otra vez. Y en los besos sentí el sabor de la sangre.—Renuncia a tus viejas ilusiones —dijo—. Deja a un lado tus inhibiciones. Ahora no tienen más utilidad que esas armas antiguas. Juntos, crearemos los mitos del mundo real.
Un escalofrío me recorrió la columna vertebral, un tenebroso escalofrío de incredulidad y de confusión; pero su belleza lo aplacó.
—Querías ser un santo cuando te arrodillaste en aquella capilla —dijo—. Ahora, conmigo, serás un dios.

En la punta de mi lengua tenía palabras de protesta; estaba asustado; una sensación sombría se abatió sobre mí. Sus palabras, ¿que querrían decir?
Pero repentinamente sentí que me abrazaba y que salíamos de la torre por el techo derruido, hacia arriba. El viento arreciaba con un tal ímpetu que me hería los párpados. Me volví hacia ella. Mi brazo derecho rodeó su cintura y hundí la cabeza en su hombro.
Oí su suave voz en mi oído, diciéndome que durmiese. Pasarían varias horas antes de que el sol se pusiera en la tierra adonde nos dirigíamos, al lugar de la primera lección.
Lección. De súbito lloraba de nuevo, aferrándome a ella; lloraba porque estaba perdido y ella era lo único a lo que me podía asir. Y estaba aterrorizado por lo que me pediría.

(Anne Rice)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No sabía que te gustase Anne Rice!

Me tuve que dejar el último de los libros :'( en casa porque tenía que viajar a ver si pronto me lo traen por correo jejeje.

Una pena que mis jefes no me ordenasen ir a Málaga por la II Conferencia de SW Libre :P.

Salud!

Chipsoni@ dijo...

Pues si que me gusta, si y bastante, aunque no este bien visto, que se le va a hacer, si es que me gusta.

Yo estoy apuntada a la conferencia, ya te contaré que tal.

Anónimo dijo...

A ver, a ver que te cuentas :D