Quiero contaros una cosilla curiosa que me ha pasado últimamente y que por la cantidad de tiempo que hace que estoy fuera del mercado, ahora mismo me parece sorprendente, aunque supongo que en un tiempo empezará a parecerme más corriente que el agua del grifo, pero en fin, como ahora aún no lo es, pues merece mención: la capacidad que tiene el genero humano de autoconvencimiento como modo de protección del ego.

Os cuento: hace meses que me ronda un caballero, por llamarlo de alguna manera, atractivo él y cuidado en su estética (por supuesto para su gusto), musculado, morenísimo, con sus camisas de marcas surferas ajustadisimas y con un par de botones de más (para mi gusto) desabrochados para que se le vea su depilado torso, vaqueros desgastados y zapatos "chupamelapunta", seguro de si mismo, chico duro y malo donde los haya y un galán de a tres el cuarto (para mi gusto céntimos, por supuesto).
Prácticamente desde el primer día que lo conocí le comenté que no me van los chicos duros y menos los malotes, independientemente de que me desagrade su estética o que me considere preparada para comenzar una relación, porque es que fuera como fuese, no sería con él y no es un "estoy diciendo no, pero quiero decir si", es un NO rotundo y en negrita. No soy de esas personas que juegan al despiste, hablo todo lo claro que puedo y hace mucho que tiré la toalla en lo referente a dejar que adivinen mis necesidades, preferencias o sentimientos.
Pues resulta que el chico se ha empeñado en tener algo conmigo y dudo mucho que haya caído rendido a mis pies, porque es que no me conoce, creo simplemente que no se puede creer que pase de su culo, que no le de ni media oportunidad y que no me inmute con sus sugerencias de donde me podría invitar a cenar o los amigos con yate que tiene o las personas que conoce en todos sitios o lo bien que nos lo podríamos pasar en su "loft de 50 metros" (jajaja, es que me descojono) y es que debe estar muy acostumbrado a tener todo lo que quiere y una servidora le ha tocado su macroego sin quere o al menos, sin darle demasiada importancia a sus sentimientos....vamos, lo que viene siendo ninguna, jeje.
Tengo una teoría del porque cierto tipo de personas se van siempre otras mucho menores (no es que todos los que se van con personas mucho menores sean asi, digo cierto tipo de personas) y es que es muy facil encandilar a una niña o un niño de 18 o veintipocos años ya que con una cena en un restaurante (que no sea el mc donald) tienes la mitad del trabajo hecho, luego si vas a una disco de esas de alfombra roja, te cuela el portero y para colmo invitas a dos copas (que igual te salen con las tarjetas de descuento a 3,50€ cada una) en lugar de la litrona de cerveza de turno y luego te l@ llevas a tu mini estudio (llamandolo loft, of course, que queda mas cool) en tu moto (650 c.c.) y en mitad de la conversacion le sueltas un par de palabrejas en inglés (patatero), pues tienes al/a la individu@ rendido a tus pies como si fueras dios.
No los critico, si eres un cuarentón sin otras armas de conquista, si no eres capaz de mantener una conversación con un nivel medianamente aceptable y si no eres más que un fanfarrón infantiloide, no tienes opciones con las treintañeras. El problema es que la mayoría no lo saben y cuando estás acostumbrado a liarte con adolescentes y de repente una treintañera (para colmo sin silicona) te rechaza, algo tienes que hacer para mantener a tu ego a salvo.
No recuerdo ahora mismo con que excusa me sacó el teléfono, pero estoy pagando mi estupidez con creces, aunque la última fue genial, la última estuve a punto de llorar de la risa, os cuento:
La noche anterior me lo encontré en un pub y como no, empezó a insistir en que dejara a mis amigos y me fuese con él a su maravilloso loft, que no pasaría más de lo que yo quisiera que pasara, etc... total, que yo que estaba algo aburridilla, pues me puse a explicarle nuevamente que no me molaba él, que no me molaba como era, ni como se comportaba conmigo, ni las cosas que me proponía, que él va de malote y a mi me parece bien, pero que en serio, los malotes no me ponen nada y él volvió con su cantinela del "pero, ¿tú que coño quieres?" a lo que yo nunca contesto y suele ser el final de nuestras mini conversaciones, porque ¿como lo vas a explicar a un sordo la belleza de una melodía de Mozart?, total que me marché del local en cuestión y al día siguiente llamadita, a la una de la tarde al canto:
Idiota: Anoche me quedé esperando que me mandaras un mensaje.
Yo,atónita: ¿Perdona, te dije que te iba a mandar un mensaje?.
I: No, pero despues de lo que me dijiste esperaba que me mandaras un mensaje disculpándote y pidiéndome por favor que te fuera a recoger inmediátamente donde estuvieras.
Y,a: Jajaja, ¿estás de coña, verdad?, no, si al final va a resultar que tienes sentido del humor y todo.
I: Yo no se de que te ríes, encima de lo borde que fuiste conmigo y de la oportunidad que te estoy dando para que te disculpes.
Y,a: Mira, no me hagas mas favores, sinceramente y perdona que te tengo que dejar, que me has pillado algo liada.
I: Vale, te llamo dentro de un rato, ¿ok?
Y,a: No hace falta, en serio.
I: Pues no te molesto más, adiós! [colgonazo]
A los tres días me lo vuelvo a encontrar en un bar donde nunca lo había visto antes (de repente está en todos lados, pufff) y después de obligarme literalmente a saludarlo, agarrándome del brazo cuando pasaba cerca de él, al hacerlo yo de mala gana, el resto de la noche se la pasó mirándome super serio, con la barbilla ridículamente levantada, sin hablarme . En ese momento vi claro la profundidad del mensaje de ese refrán que dice: "más vale mantener la boca cerrada y parecer tonto, que abrirla y despejar toda duda" y es que por ridículo que parezca el chiquillo ahora, nuestra nueva relación me gusta mucho más.
No lo he vuelto a ver, esperemos que le dure la ennnnrrrrritasión bastante, os mantendré informados, aunque ya conversaciones telefónicas no va a haber más, porque he memorizado su teléfono para poder no atenderle las llamadas, ¡aprendí la lección!.